Comunicación no verbal, la importancia de escuchar

“Pertenezco a esa clase de personas que no confía plenamente en el teléfono. No porque piense que el sistema telefónico se esté desintegrando –a pesar de que a menudo de esa impresión-, sino porque por teléfono no puedo estar segura de lo que realmente quiere decir la otra persona. Si no puedo verla, ¿cómo puedo adivinar sus sentimientos? Y si eso no lo sé, ¿qué importa muchas veces lo que diga?” F. Davis. La comunicación no verbal.

Oír no es lo mismo que escuchar. Oímos sonidos que en ocasiones se articulan en palabras repletas de consciencia y de intención. Cuando escuchamos percibimos las emociones, valores y creencias que se encuentran en el trasfondo de las palabras dotándolas de su verdadero significado, del cual nuestro interlocutor no siempre es plenamente consciente.

Probablemente la escucha activa sea la herramienta más necesaria y eficaz del coach. Se trata de una escucha limpia, sin prejuicios, intentando comprender al coachee desde la humildad de quien quiere entender, aunque no se compartan sus ideas, desde el respeto y la legitimación del coachee como ser humano completo que es y reconociéndole el protagonismo que tiene en esa conversación.

De este modo se escucha lo que dice y lo que no dice, palabras, tono, pausas, silencios, gestos, posición, movimientos, orientación…Lo que no se dice en una conversación es la comunicación no verbal, resulta inevitable y nos informa del verdadero significado de las palabras; dice el saber popular que “la cara es el espejo del alma”. Podemos engañar a otros o a nosotros mismos a través de las palabras, podemos decidir no hablar, pero de la misma manera que no podemos decidir no sentir y no pensar tampoco podemos evitar manifestarlo.

Escuchar de esta manera permite generar un “espacio mágico”  donde todo es posible, donde las emociones y las ilusiones del coachee cobran protagonismo, donde su visión comienza a tomar la forma y colores que él desee para finalmente materializarse en actos concretos a través de un plan de acción.

En este espacio comunicacional también esta presente el coach que, con su comunicación no verbal, informará al coachee de su sinceridad, apertura, capacidad de escucha y autenticidad. Así, este “espacio mágico” se transforma en una pista de baile dónde el coachee marca los pasos y el coach le acompaña.

Pertenezco a esa clase de coaches que se emocionan con los ojos brillantes, ilusionados de un coachee, que valoran una sonrisa sincera y que disfrutan enormemente cuando le invitan a bailar.



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