La coordinación de los equipos de trabajo

La coordinación de los equipos garantiza  su funcionamiento como un todo unitario utilizando estrategias y pautas de comportamiento que llevan a la integración y alineamiento de acciones, conocimientos y objetivos de cada uno de los miembros en pro de alcanzar objetivos comunes.

Existen dos tipos de coordinación; la explícita que puede estar basada en la planificación o en la comunicación y la implícita donde los miembros del equipo anticipan las demandas de la tarea y las necesidades y acciones de sus compañeros sin necesidad de planificarlo ni comunicarlo.

La coordinación explícita basada en la planificación, también llamada programación, coordinación impersonal o coordinación administrativa, se refiere a las prácticas y dispositivos que el equipo utiliza para gestionar los aspectos más estables y predecibles de su actividad  (guías, agendas, manuales…). La coordinación explícita basada en la comunicación implica procesos de retroalimentación y coordinación personal e incluye el intercambio de información de manera formal o informal entre los miembros del equipo (reuniones de trabajo, conversaciones en zonas de descanso o pasillos…).

La coordinación implícita se caracteriza por los siguientes comportamientos: 1) proporcionar información, conocimiento o retroalimentación relevante sobre la tarea a los otros miembros del equipo sin necesidad de que éstos lo soliciten, 2) compartir de manera proactiva la carga de trabajo, 3) realizar un seguimiento de la actividad y del desempeño de los compañeros y 4) adaptar el comportamiento propio a las acciones esperadas por el resto del equipo. La coordinación implícita se basa en la capacidad de anticipación y ajuste que tienen cada uno de los miembros del equipo hacia el resto de los miembros y hacia la tarea.

Los modelos mentales y situacionales del equipo son fundamentales para que se realice una buena coordinación. Se trata de las representaciones mentales, estables en el caso de los modelos mentales y dinámicas en caso de los modelos situacionales, que tiene el equipo (conocimientos, roles, tareas…) y que le permiten alcanzar el objetivo con éxito. En la comunicación implícita, al no existir comunicación abierta, los modelos mentales y situacionales adquieren mayor relevancia.

La investigación señala que en los equipos de mayor rendimiento existe un equilibrio claro entre procesos implícitos y explícitos indicando que la representación compartida de la situación por parte del equipo es determinante para su coordinación exitosa.

Bibliografía:

Rico R, Sánchez-Manzanares M, Gil F, Alcover CM y Tabarnero C. Procesos de coordinación en equipos de trabajo. Papeles del psicólogo, 2011.Vol 32 (1), pp 59-68.



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