Equipos de trabajo, cuándo y para qué

Los actuales cambios del contexto laboral han convertido a los equipos de trabajo en las piedras angulares de las organizaciones pero, ¿todas las tareas requieren de un equipo de trabajo? o por el contrario, ¿existen tareas que pueden realizarse de manera individual? no olvidemos que trabajar en equipo implica un aumento de los esfuerzos (reunirse, repartir el trabajo, las funciones, fijación de objetivos, valorar el grado de consecución de los mismos…). Dicho de otro modo, ¿qué características de la tarea  hace que su éxito sea mayor cuando se realiza en equipo?. Estas características son la incertidumbre y sus niveles de interdependencia.

La incertidumbre consiste en la existencia de vínculos poco claros entre el trabajo -lo que ha de hacer el equipo- y sus resultados y depende de cuatro factores: claridad, diversidad, novedad y conflicto. La claridad se refiere a que los miembros del equipo sepan qué quieren conseguir (objetivo) y cómo conseguirlo (procedimientos), la diversidad a la cantidad y variedad de tareas a realizar, la novedad es la característica de la tarea que hace que el equipo no conozca cual es la mejor forma de hacerla y que tenga que buscar alternativas eficientes y el conflicto hace alusión a las incompatibilidades que se le presentan al equipo por discrepancias entre las tareas, dado que realizar una tarea eficientemente puede suponer desatender otras. Cuando las tareas tienen un nivel medio o alto de incertidumbre es preferible que sean abordadas en equipo pues éste dispone de mayor cantidad y variedad de conocimientos y habilidades. Además en el equipo se producen fenómenos de apoyo social necesarios para  manejar la ansiedad generada por tareas ambiguas e incompatibles, se generan significados compartidos y modos de comprensión implícita o explícitamente acordados necesarios para afrontar lo nuevo.

La interdependencia de tareas se refiere a la dirección del flujo de trabajo que hace que los miembros de un equipo tengan que interaccionar unos con otros para realizar una tarea con éxito.  Existen grados de interdependencia: 1) interdependencia mínima: los miembros tienen tareas similares siendo el resultado del equipo es suma de los resultados individuales, 2) interdependencia secuencial: cada miembro realiza las partes de la tarea siguiendo un orden preestablecido. Los miembros tienen tareas diferentes y uno necesita del resultado del otro para poder hacer su trabajo dependiendo el resultado del equipo, de la eficacia en cada una de las etapas, 3) interdependencia recíproca: cada miembro realiza una parte de la tarea, el resultado de uno, el otro lo necesita para hacer bien su trabajo y viceversa. Los miembros tienen tareas diferentes según sus conocimientos y habilidades. El resultado del equipo depende de cada uno de los miembros y de su coordinación y 4) interdependencia máxima en red: todos los miembros colaboran simultáneamente en la realización de la tarea auto-organizándose el grupo de la manera que mejor le parezca. El resultado del equipo depende de que los miembros diagnostiquen, resuelvan problemas y colaboren para completar la tarea eficientemente.  El trabajo en equipo es requerido, especialmente, cuando la interdependecia de las tareas es recíproca o máxima en red.

Las características de la tarea van a ser determinantes para saber si ésta requiere ser abordada de manera individual o en equipos de trabajo. De tal forma que tareas que por su “sencillez” no requieran formar esta estructura laboral, abordarlas a través de éstos supondrá un sobreesfuerzo y desgaste innecesario para los miembros de las organizaciones. De esta manera la creación de equipos de trabajo solo se justifica si la tarea es “compleja” cuantificada en términos de incertidumbre e interdependencia. Por todo esto es preciso realizar una valoración de la tarea antes de decidir cuál es la manera óptima de abordarla.

Bibliografía:

Navarro J, de Quijano S, Berger R, Meneses R. Grupos en las organizaciones: herramienta básica para gestionar la incertidumbre y ambigüedad crecientes. Papeles del psicólogo, 2011. Vol. 32 (1), pp. 17-28.



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